El Simbolismo de la Arcilla

the symbolism of clay

El Simbolismo de la Arcilla

El simbolismo de la arcilla está lleno de vibrantes referencias a la madre naturaleza; todo lo que nuestro cuerpo necesita para sobrevivir proviene de los minerales que se encuentran en este planeta, y cada variedad de arcilla contiene diferentes proporciones de estos minerales vitales, proporcionando a la humanidad una medicina natural. El uso de la arcilla desde los rituales culturales antiguos hasta la belleza y cosmética moderna nos invita a percibir este importante material de diversas formas. Cuanto más analizamos el uso de la arcilla, comenzamos a descubrir significados muy espirituales que pueden llegar a influir en la forma en que usamos la cerámica.

El proceso de creación de la cerámica exige el uso de los cuatro elementos: tierra, aire, fuego y agua. Por supuesto, la arcilla en sí representa el elemento tierra, que está disponible en abundancia en todo el mundo. Los alfareros en particular están muy familiarizados con el uso del agua para crear arcilla flexible y maleable, y muy a menudo la presencia de agua puede prevenir desastres en el trabajo con torno, creando una transición más fácil de una forma a otra. Cuando terminamos nuestras piezas, nos apoyamos en el aire natural para secarlas, que es algo fundamental antes de colocarlas en el horno. Finalmente, la necesidad de “cocerlas” a muy altas temperaturas en un horno es lo que completa el proceso cerámico.

En muchas tradiciones espirituales, los cuatro elementos representan los ingredientes fundamentales de toda la vida, tanto dentro como fuera de nuestro cuerpo. La cerámica es una práctica que te conecta con ese grupo central de elementos, poniéndote en contacto con los ritmos orgánicos del cuerpo y del mundo mismo. En este sentido, el simbolismo de la arcilla refleja equilibrio y armonía. Incluso si no estás pensando en estos elementos cuando estás haciendo cerámica, es necesario saber cómo crear el equilibrio adecuado. En muchos momentos, un ceramista está jugando con tierra, aire, fuego y agua. Cuando ocurren problemas en la cerámica, una respuesta simple puede ser que los elementos estaban desequilibrados, p. Ej. la temperatura del horno era demasiado baja o demasiado alta; quizás la pieza contenía demasiada humedad, etc.

Para conocer realmente estos materiales y comprender la forma en que funcionan, se recomienda la práctica continua. 137 ° Ceramic Art Studio ofrece una variedad de cursos que incluyen un programa intensivo de verano de 6 semanas.

El simbolismo de la arcilla también puede representar ideas de renovación y reencarnación, ya que esta se puede reciclar infinitamente en su estado crudo mediante la gestión de sus niveles de humedad. Esto alude a las infinitas posibilidades del barro y la capacidad de empezar de nuevo, de renacer. La resurrección de Jesús es un ejemplo de esto. La Biblia cristiana contiene un versículo en Isaías 64:8 que dice “Pero ahora, oh SEÑOR, tú eres nuestro Padre; nosotros somos el barro y tú eres nuestro alfarero; todos somos obra de tu mano”. El uso de la metáfora apunta hacia la variedad y la belleza de la creación y la creatividad. También puede implicar que, como seres humanos, podemos tener muchas oportunidades de mejorarnos, de reinventar quiénes somos. La Biblia también ofrece el recordatorio de que nuestra naturaleza es cíclica, en Job 10: 9 dice: “Acuérdate que como al barro me diste forma; ¿Y en polvo me has de volver?”

Las mujeres de la tribu Himba en Namibia usan arcilla de color ocre rojo brillante para cubrir su piel como parte de su ritual de belleza diario. Se cree que también actúa como una forma poderosa de protección solar. Las mujeres Himba crean peinados simbólicos relacionados con la edad, el estado civil, la riqueza y el rango social. Para la tribu Himba, la arcilla roja simboliza la esencia de la vida y la sangre, ya que es la presencia de hierro la responsable del color rojo de la arcilla y de la sangre humana en sí.

El libro de Suzanna Staubach titulado “Arcilla: la historia y la evolución de la relación de la humanidad con el elemento más primordial de la Tierra” es una exploración completa que ofrece un conocimiento maravilloso e inspirador para aquellos interesados en las raíces y el simbolismo de la arcilla.

Gracias a los estudios dentro de la medicina, los científicos han descubierto que la arcilla es un material muy curativo, que se usa naturalmente para tratar afecciones de la piel y diversas dolencias del cuerpo. La arcilla tiene capacidades “desintoxicantes”, eliminando las células muertas externas de la piel y también extrayendo toxinas en el interior de nuestro cuerpo. Al ingerir arcilla, podemos ayudar a prevenir parásitos e infecciones. Sabemos que los antiguos egipcios emplearon este método y usaron arcilla para preservar las momias.

El simbolismo de la arcilla como dadora de vida también prevalece en la mitología griega con la figura de Prometeo que creó a la humanidad a partir de arcilla. Prometeo se asoció con otras deidades vinculadas a las habilidades creativas y la tecnología. Esta representación muy literal de la arcilla y el cuerpo humano expone la relación visceral entre los dos, lo que implica que la arcilla está viva y tiene el poder de lograr grandes cosas. El título completo de la infame novela de Mary Shelley “Frankenstein; o, el Prometeo moderno”, sigue la historia de Victor Frankenstein, un científico ambicioso que literalmente construye a mano su criatura a partir de partes del cuerpo de varios cadáveres. La criatura vive para experimentar intensas emociones, aprender a hablar y leer poesía y, por lo tanto, supera tanto las expectativas de Víctor como las de los lectores.

Como la criatura de Frankenstein, la arcilla es fuerte y poderosa, pero también frágil y sensible. Nos recuerda que a pesar de los miles de años que han pasado desde las civilizaciones antiguas, los objetos de cerámica aún yacen en el suelo, algunos intactos, esperando ser redescubiertos. Decimos que la cerámica es delicada, fácil de romper, pero el tiempo y la historia a menudo han demostrado lo contrario.

 

Escrito por Freya Saleh